Esta clase de edificios te pueden dar dolor de cabeza
Nota del editor: Arnold J. Wilkins es profesor de Psicología en la Universidad de Essex (Reino Unido). Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
Son las tres de la tarde, estas en el trabajo, esforzándote por concentrarte en el sopor de la tarde y miras por la ventana con la esperanza de encontrar alivio, pero te das cuenta de que está a punto de dolerte la cabeza.
El concreto gris y plano bordea las calles, mientras que las ventanas forman intervalos repetitivos de cristal sobre muros de ladrillo. Las líneas verticales monótonas se extienden hasta donde alcanza la vista, no hay nada agradable que dé reposo a tus ojos. Puede parecer un problema superficial, pero nuestras investigaciones muestran que mirar paisajes urbanos puede provocarte dolor de cabeza.
A lo largo de decenas de miles de años el cerebro humano evolucionó para procesar efectivamente las escenas del mundo natural; sin embargo, la jungla de concreto es un desafío más grande para el cerebro por los patrones repetitivos que contiene.
El matemático Jean-Baptiste Joseph Fourier demostró que podemos pensar que las escenas se componen de patrones de líneas de tamaño, posición y orientación diferentes. Estos patrones se llaman series de Fourier.
Difícil de ver
En la naturaleza, como regla general, los componentes que tienen frecuencia espacial baja (franjas grandes) tienen contraste alto y los componentes que tienen frecuencia alta (franjas pequeñas) tienen contraste bajo. Podemos decir que esta relación sencilla entre la frecuencia espacial y el contraste es una "regla de la naturaleza". En términos sencillos: las escenas naturales tienen franjas que suelen cancelarse entre sí, así que cuando coinciden, no se ven franjas en la imagen.
Pero esto no pasa con las escenas del entorno urbano. Las escenas urbanas rompen la regla de la naturaleza porque suelen componerse de patrones regulares y repetitivos debido al uso generalizado de componentes de diseño como ventanas, escaleras y barandales. Es raro encontrar esta clase de patrones regulares en la naturaleza.
Como los patrones repetitivos de la arquitectura urbana rompen la regla de la naturaleza, procesarlos eficientemente es más difícil para el cerebro humano. Como los paisajes urbanos no son tan fáciles de procesar es menos cómodo mirarlos. Algunos patrones, como las franjas de los tapetes, las alfombras o los escalones de las escaleras eléctricas, pueden desencadenar dolores de cabeza e incluso ataques epilépticos.
Lo anterior se concluyó midiendo la eficiencia con la que el cerebro procesa imágenes naturales y escenas urbanas. Hay dos formas de medir la eficiencia: la primera es simplemente a través de modelos matemáticos sobre la forma en la que las neuronas procesan lo que vemos.
Uno de los modelos es obra de Paul Hibbard (Universidad de Essex) y Louise O'Hare (Universidad of Lincoln); el otro, de Olivier Penacchio y sus colegas de la Universidad de St. Andrews, Escocia. Ambos modelos muestran que cuando el cerebro procesa imágenes que se alejan de la regla de la naturaleza se incrementa la actividad de las neuronas y su distribución se reduce. En otras palabras, el cerebro tiene que hacer más esfuerzo para procesar estas imágenes.
Para nuestras investigaciones, Olivier y yo diseñamos un programa que mide el grado al que las imágenes se apegan a la regla de la naturaleza. Tras ejecutar el programa descubrimos que el grado de alejamiento de la regla de la naturaleza predice lo incómodo que será mirar una imagen determinada, ya sea una imagen de un edificio o una obra de arte.
Luego analizamos imágenes de edificios de departamentos y descubrimos que a lo largo de los pasados cien años, el diseño de edificios se ha estado alejando cada vez más de la regla de la naturaleza. Década tras década, aparecen cada vez más franjas y los edificios son cada vez más incómodos de mirar.
El gozo del oxígeno
Otra forma de medir la eficiencia del procesamiento visual del cerebro es medir la cantidad de oxígeno que usa la parte visual del cerebro, situada en la parte trasera de la cabeza. Cuando el cerebro usa oxígeno cambia de color. Podemos llevar registro de estos cambios proyectando luz infrarroja sobre el cuero cabelludo y midiendo la luz que rebota del cerebro y atraviesa el cráneo. Usualmente el consumo de oxígeno es mayor cuando la gente mira imágenes incómodas, como las escenas urbanas.
Descubrimos que la regla de la naturaleza no solo predice el grado de incomodidad que proponen los modelos computarizados, sino que también predice cuánto oxígeno está usando el cerebro. Es decir, nuestro cerebro usa más oxígeno cuando miramos escenas que se alejan de la regla. Como los dolores de cabeza suelen relacionarse con el consumo excesivo de oxígeno, esto podría explicar por qué algunos diseños nos dan dolor de cabeza.
Las personas que suelen tener migrañas son particularmente susceptibles a la incomodidad que causan los patrones repetitivos. Estos patrones incrementan el consumo de oxígeno (que en el caso de las personas que padecen migrañas es anormalmente elevado). Es posible que en consecuencia estos patrones desencadenen un dolor de cabeza. De hecho algunas personas que padecen migrañas no pueden funcionar en ciertas oficinas modernas porque los patrones les provocan dolor de cabeza cada vez que entran en el edificio.
Tal vez haya llegado la hora de que se incorpore la regla de la naturaleza al software que se usa para diseñar edificios y oficinas. Los diseñadores de interiores podrían variar los diseños de los muros, las persianas y las alfombras que instalan para evitar que haya más líneas en los interiores.
Claro que los patrones repetitivos son una consecuencia inevitable de la construcción modular. Sin embargo, hay muchas líneas que están presentes innecesariamente, simplemente como rasgo de diseño, con el fin de atraer la mirada. Desafortunadamente, también te dan con todo en la cabeza.
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