Los kurdos sirios y el Ejército turco no pelearían mientras los estadounidenses estuvieran en medio. ISIS no podría reagruparse ni tomar otro pedazo de territorio si los aviones y los drones estadounidenses seguían sobrevolando. Moscú y Damasco también habrían visto limitadas sus opciones. Incluso así era menos probable una marcha sangrienta de fuerzas que contaban con el respaldo de Rusia a la provincia de Idlib, que actualmente está en manos de los rebeldes y extremistas respaldados por Turquía, ya que el gobierno turco estaba firmemente decidido a impedir que esto ocurriera.
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Parece que a Trump le molestan las críticas que suscitó su anuncio, entre ellas una invectiva feroz del senador Lindsay Graham, quien suele ser uno de sus aliados más confiables.
"Si Turquía hace algo que yo, en mi gran sabiduría inigualable, considere fuera de lugar, destruiré y borraré totalmente la economía de Turquía", tuiteó Trump. Sin embargo, no hubo indicios de que diera marcha atrás.
Nadie sabe qué sigue, pero indudablemente será más sangriento y más caótico. Le sirve de alivio a Moscú, Damasco, Teherán e incluso a ISIS. Además, se burla de las alianzas con quienes sufrieron más para derrotar a ISIS —los kurdos sirios— e incluso se burla explícitamente de los aliados más importantes de Estados Unidos en esa lucha: Reino Unido, Francia y Alemania.
Entre las otras penurias de Trump, es una calamidad que sirve de distracción oportuna. Sin embargo, siembra tal discordia que podría terminar opacándolas.