¿Quieres que el tiempo te alcance? Olvida la idea de tener una agenda
Nota del editor: Selin Malkoc es profesor asociado de Mercadotecnia en la Universidad Estatal de Ohio, Estados Unidos.
(CNN) - Puede parecer que el tiempo nunca alcanza… no es suficiente para dormir, ni para jugar; no alcanza para cocinar, ni para hacer ejercicio.
Hay un término relativamente nuevo para describir este sentimiento: hambre de tiempo, la sensación de tener mucho que hacer sin tiempo suficiente para hacerlo.
Para estructurar el poco tiempo que creemos tener, una de las estrategias a las que recurrimos es programar. De hecho, ha aumentado el uso de herramientas de organización como las agendas. En dos estudios recientes, el 51% de los participantes dijo que usan regularmente su aplicación de calendario, mientras que el 63% de los oficinistas cree que los calendarios son "muy importantes".
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La idea es que programar actividades te ayudará a ser más eficiente. Cuando distribuyes tu tiempo, también organizas tu día en una serie de citas, reuniones y llamadas, mientras apartas tiempo para otras actividades o tareas. Pero en una serie de ocho estudios, Gabriela Toniett, Steve Nowlis y yo descubrimos que programar actividades a veces puede resultar contraproducente… y hacernos menos productivos en realidad.
Se acerca una junta… y el tiempo se acorta
Gran parte de las desventajas de programar actividades tiene que ver con la anticipación de una reunión o una cita. Cuando sabemos que se avecina una reunión o una llamada programada, podemos sentir que tenemos menos tiempo para hacer lo que tenemos que hacer.
En uno de los estudios, le preguntamos a los asistentes a una conferencia académica si irían al discurso presidencial que tendría lugar una hora más tarde. Algunos dijeron que sí y otros dijeron que no. Quienes planearon asistir al discurso reportaron que la hora que lo precedió les pareció más corta.
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En otro estudio pedimos a la mitad de los participantes que se imaginaran que un amigo vendría a visitarlos en una hora, y a la otra mitad le pedimos que se imaginaran que no tenían nada planeado. Les preguntamos a todos que pensaran "subjetivamente" cuántos minutos creían que podían dedicar a leer en esa misma hora.
Los que se imaginaron que un amigo vendría a visitarlos reportaron que consideraban que tenían solo 40 minutos para leer dentro de la hora previa a la visita. Los que se imaginaron que no tenían planes sintieron que tenían 49 minutos para leer.
Entonces, parece que la presencia de una actividad próxima acorta el tiempo que la gente cree que tiene para hacer algo.
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¿Por qué pasa esto? Creemos que cuando hay una cita inminente, centramos nuestra atención en ella, ya sea preparándonos mentalmente para ella o simplemente teniéndole pavor. Así, la junta futura parece más sustancial y en consecuencia, el intervalo previo a la actividad programada parece limitado e insuficiente.
Libertad para hacer… ¿menos?
Al final, sigues teniendo el mismo tiempo antes de un evento programado.
Entonces no debería importar que sientas que tienes menos tiempo, ¿o sí? Pues sí, sí importa. La sensación en sí puede influir en lo que la gente decide hacer.
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Sabemos que cuando algo escasea, la gente lo considera más valioso y está menos dispuesta a deshacerse de ello. Pasa lo mismo con el tiempo. Si existe la sensación de que el tiempo es limitado, es menos probable que la gente lo use… aunque sea lo que más le convenga.
Entonces, en otro estudio, les dimos a los participantes un calendario vacío y les pedimos que llenaran el día siguiente, lo más precisamente posible, con las actividades que tenían programadas (incluida la preparación o los tiempos de transición). Esto nos permitió calcular correctamente el tiempo libre que tenían entre cada evento planeado.
Luego, les dimos a los participantes la oportunidad de participar en un segundo estudio. Todos eligieron entre participar en un estudio en línea de 30 minutos, con el que ganarían dos y medio dólares, o un estudio en línea de 45 minutos, con el que ganarían cinco dólares. Cada uno se llevaría a cabo en un plazo de una hora.
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Por otro lado, se eligió estratégicamente la hora en la que se llevarían a cabo los estudios. A la mitad de los participantes se le dijo que el estudio se llevaría a cabo dentro de la hora anterior a una actividad que tenían programada. A la otra mitad, que el estudio se llevaría a cabo en un periodo que concluiría media hora antes de su actividad programada.
Se descubrió que era menos probable que los participantes del primer grupo optaran por el estudio más largo y más lucrativo pese a que tenían tiempo más que suficiente para completarlo.
En un estudio más, la pregunta fue si el simple recordatorio de una actividad próxima podría tener un efecto similar.
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Antes de comenzar con un estudio independiente se le dijo a la mitad de los participantes que tendrían unos cinco minutos para hacer lo que quisieran. A la otra mitad se le comentó que tenían cinco minutos antes de "empezar".
Para los del segundo grupo, la simple mención de "empezar" algo bastó para cambiar su conducta. Se involucraron en una cantidad considerablemente menor de actividades, ya fuera contestar correos electrónicos o revisar sus redes sociales, en este breve lapso de cinco minutos.
Tienes menos hambre de lo que crees
Hay quienes piensan que el hambre surge porque tienen demasiado que hacer y no les alcanza el tiempo.
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Aunque a veces esto es lo que pasa, los resultados indican que la culpa también la tiene nuestra percepción sobre lo que creemos que podemos hacer con el tiempo que tenemos. En otras palabras, es importante darnos cuenta de que podríamos estar contribuyendo a nuestra hambre de tiempo.
Si te encanta programar y planificar tus días, un buen truco podría ser programar actividades o tareas consecutivas, lo que te permite tener periodos más prolongados de tiempo libre. Varias horas ininterrumpidas de tiempo sin actividades programadas se sentirán más largas, particularmente si no tienes nada programado próximamente.
Puede servirte recordar que el tiempo no es tan corto como parece. Aunque creas que no tendrás el tiempo suficiente para completar alguna actividad, puedes empezar y terminarla más tarde.
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Como dijo Aristóteles alguna vez, "lo bien empezado está medio terminado".
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