'Ponchamos' los mitos más comunes sobre la inflamación
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(CNN) - Las fiestas de fin de año ya están en la puerta, lo que significa que un tan solo un par de meses será hora de desinflarse de la sobrecarga de calorías. Pero antes de que tengas un atracón considera lo siguiente: aunque el exceso de calorías consumidas en las comidas puede contribuir a la sensación de saciedad o de inflamación (al igual que el aumento de peso) hay muchas otras razones por las que podrías sentir que subiste una talla de pantalón después de comer.
Para estas causas de la inflamación el consejo más popular que encontrarás en internet seguramente no te va a servir.
"Usamos la misma palabra para referirnos a 50 cosas diferentes, así que no tienes ni idea si lo que lees en internet se refiere a la misma clase de inflamación que sientes", dijo Tamara Duker Freuman, dietista especializada en trastornos digestivos y autora del libro The Bloated Belly Whisperer.
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A continuación te presentamos algunos mitos (y realidades) para darte una mejor idea de qué es la inflamación del vientre, qué no es y qué puedes hacer al respecto.
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Mito 2: No necesitas la ayuda de un médico o un dietista
Consultar a un gastroenterólogo o a un dietista certificado puede servirte para obtener el diagnóstico más preciso para tu inflamación y un plan de tratamiento a tu medida. Es más, puede servirte para evitar las deficiencias nutricionales y descartar problemas graves.
"Aunque la inflamación puede representar algo tan sencillo como la intolerancia a la lactosa o un estreñimiento leve, puede ser algo tan grave como una formación maligna, ya sea gastrointestinal o ginecológica. No vas a saberlo buscando en internet", dijo Pashinsky.
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"Estoy convencida de que todos deberían someterse a una evaluación de la dieta como parte de su atención médica en general, tengan síntomas o no. Los factores alimentarios son las causas más comunes de síntomas gastrointestinales y con la abrumadora cantidad de información que hay, la gente se queda atorada en las restricciones que pueden disminuir la calidad de vida y provocar insuficiencias nutricionales", agregó.
Por ejemplo, Freuman explicó que diagnosticarte y tratarte solo puede provocar que elimines todas las verduras, lo que puede afectar la ingesta de folato, un nutriente esencial, cuando en realidad son unos cuantos vegetales, con tipos específicos de fibras, los que desencadenan los síntomas. Además, la gente suele eliminar todos los lácteos ricos en calcio, cuando solamente los productos ricos en lactosa les molestan. En este caso, la leche sin lactosa, por ejemplo, podría brindarles la cantidad adecuada de calcio.
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Mito 3: El sodio provoca inflamación
"El exceso de sodio puede provocar retención de líquidos y dar una apariencia de hinchazón, pero mayormente en la cara y en las extremidades, no en el abdomen", dijo Freuman.
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En el mundo de la gastroenterología, inflamación suele referirse a la hinchazón del vientre relacionada con gases, alimentos o exceso de heces en el sistema digestivo o su sensación, explicó Pashinsky.
"Es esa sensación de saciedad extrema e incomodidad en el tracto digestivo o una distensión visible de tu abdomen, que incrementa el tamaño de tu estómago", agregó Freuman.
Por otro lado, la retención de líquidos se relaciona con el equilibrio del sodio y el agua y tiene que ver con los riñones y los vasos sanguíneos. "Puede provocar inflamación excesiva de los tejidos blandos, lo que puede causar que se te inflamen los tobillos o que se te queden marcados los calcetines, pero esto no es algo de origen principalmente gastrointestinal", explicó Pashinsky.
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Aunque es cierto que llevar una dieta baja en sodio y beber más agua puede ayudar a resolver la retención de líquidos si tus riñones funcionan correctamente, esto no te servirá de nada si estás inflamado clínicamente, explicó Freuman.
Es importante que cuando hables con tu médico seas preciso con los términos y que des ejemplos de los factores que alivian y que agravan los síntomas, así como su relación con la comida y con la función intestinal, porque eso servirá para determinar el siguiente paso para encontrar las opciones de tratamiento, señaló Pashinsky.
Freuman agregó que "si usas la palabra inflamación tu médico podría pensar que tienes reflujo ácido o estreñimiento. Pero si estás reteniendo agua, esto podría implicar problemas de presión arterial, de riñones o retención de líquidos, en cuyo caso podrías necesitar una dieta baja en sodio, aumentar tu ingesta de potasio o un diurético".
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En otras palabras, si estás inflamado de verdad por un problema digestivo subyacente y lees un artículo que dice: "reduce tu ingesta de sodio", no te servirá de nada.
"Hay algunos consejos al azar que no están hechos particularmente a la medida de la gente y que podrían no ser útiles porque podría no tratarse del mismo problema", explicó Freuman.
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Mito 4: La inflamación es consecuencia de un desequilibrio bacteriano
Freuman explicó que nuestro tracto gastrointestinal alberga a billones de bacterias, que pueden ser de tres tipos: el primero son los probióticos o las bacterias benéficas, que producen vitaminas y ácidos grasos de cadena corta y que son buenas para nosotros.
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El segundo grupo de bacterias se llaman comensales que, al parecer, ni nos ayudan ni nos perjudican. El tercero es un grupo potencialmente patógeno o dañino, como cuando se permite que una cepa particular de E. coli crezca descontroladamente.
Todos tenemos bacterias de las tres categorías, "pero existe una noción popular de que si te sientes inflamado o si tienes muchos gases, entonces tienes un exceso de las bacterias 'malas' que causan enfermedades y muy pocas de las bacterias 'buenas' […] y que hay una especie de desequilibrio que te causa exceso de gases, incomodidad o estreñimiento. Es una simplificación exagerada y no es necesariamente cierto", señaló Freuman.
Esto significa que la idea de agregar bacterias "buenas" en forma de probiótico no necesariamente aliviará tus síntomas. De hecho, de acuerdo con Freuman, a algunas personas los probióticos les causan más inflamación, no menos. Eso se debe a que las bacterias "buenas" pueden fermentar los nutrientes igual que las bacterias "malas", lo que significa que las "buenas" pueden producir mucho gas en el tracto intestinal.
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Pashinsky agregó: "Usualmente no recomiendo un probiótico contra la inflamación porque siento que lo que sabemos sobre el microbioma en este punto apenas araña la superficie y que pasarán algunos años más para que entendamos medianamente cómo manipularlo".
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Mito 5: Ciertos alimentos pueden eliminar la inflamación
Pese a lo que encuentres en internet, no hay alimentos mágicos que alivien la inflamación. "Los patrones alimentarios y dietéticos en general que pueden abordar la causa específica de la inflamación pueden reducir los síntomas, pero no hay nada mágico en, digamos, los espárragos, que cure un vientre realmente inflamado", dijo Freuman. De hecho, agregar alimentos puede empeorar la inflamación.
"Si estás lleno de gas y comes espárragos o apio, podrías asumir que el gas desaparecerá, pero no necesariamente es así. Hay personas a las que los espárragos o el apio por sí solos les producen muchos gases", agregó.
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Llevar un diario de alimentos y síntomas puede servirte para determinar si hay algo en tu dieta que contribuye a tus síntomas.
"Es mejor analizar el patrón general para ver qué puede estar contribuyendo a la inflamación en vez de buscar la salvación en un superalimento cualquiera", dijo Freuman.
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Mito 6: La inflamación es grasa abdominal
La inflamación no es grasa abdominal. La grasa abdominal es justamente eso.
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"La gente a veces dice: 'estoy inflamado', pero lo que realmente quieren decir es que han ganado grasa abdominal", dijo Freuman.
El aumento de la grasa en el abdomen es común entre las mujeres durante la menopausia. "Hay quien dice: 'Siento que tengo una llanta de refacción en el centro de mi cuerpo y la ropa me queda diferente' y lo llaman inflamación, pero me doy cuenta de que a lo que realmente se refieren es a la grasa abdominal y al aumento de peso, y para eso, la solución es bajar de peso", explicó Freuman.
En este caso, te puede servir llevar una dieta de calorías restringidas, rica en proteínas y fibra, además de hacer más ejercicio.